FERNANDO BELTRÁN POEMAS |
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La
hija del dragón tiene seis años. La
hija del dragón es mala a veces. La
hija del dragón es una espina tan
clavada a su padre que
no puede arrancársela sin
herirse a la vez, sin ser al tiempo cabeza
y corazón, grito
y caricia, los
extraños latidos de
esta vida que avanza sin
saber los porqué sin
conocernos nunca. Hoy he
pegado a mi hija. Por
supuesto, podría matizarlo, ablandar
el cachete con palabras más tibias, explicar
mis razones, mentir como
mentimos los
mayores también. Pero
el dragón no puede. Camina
por la acera arrastrando
el fantasma de
los días más tristes. La
hija del dragón tiene seis años. La
hija del dragón es una espina tan
clavada a mí mismo, que
ella siente el dolor, yo
siento el daño. Esta
ruina de ser. Mal
padre a veces
mi madre me enseñó a hacer trampas
Mi
madre me enseñó a hacer trampas. Trampas
para perder. Ganar
era tan fácil que lloraba por la noche y
no podía conciliar el sueño. Cogidos
de la mano me calmaba relatándome
historias que sucedieron luego. La
culpa fue mía, madre
me preguntaba si
las quería reales o inventadas y
yo pedía siempre que le hubieran sucedido
a ella. Y
casi sin quererlo una
noche mi madre inventó la realidad.
DESPIERTAS a
medianoche. Lloras. La
muerte es sin adiós, un
tren muy largo.
Estos poemas pertenecen a "EL HOMBRE DE LA CALLE" Diputación de Granada, 2001.
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