ANTONIO MONTERO VICO

 

 EL DIQUE DE TUS DEDOS

 

 

Engarzado al hilo invisible

de tu embrujo, confundo mi límite

con la levedad de tus lianas.

Enredado a las asas de tu lascivia

vuelo como caballito del diablo

hacia la levadura de tu pasión.

Electrón giro sin masa

alrededor del núcleo de tu marea;

soy el desliz centrípeto de tu figura.

Acariciado por la respuesta

de mi tacto sobre tu piel drupa,

dibujo mi oscuridad en tus labios.

Embelésame por los sentidos.

Confúndeme con el lagar de tus pies

sobre el lecho de tu masa fermentada.

Engánchame al torbellino de tus ojos;

naufragaré en los diques de tus dedos,

beberé el muelle gelatina de tu chispa.

Aúname a la pasta de tu tórrida voz;

al alboroto fundido de nuestra aleación

delirante. Embotéllame en la congestión

de tus curvilíneas. Destila nuestra mezcla

con la textura néctar de tu parábola.

Embárcame a la ola de tu carne: todas

las naves que surquen tus aguas piratearé;

y moriré ahogado en tus profundos mares.

 

 

ÍO

 

Blanco más blanco,

rojo mucho más rojo:

descorazonado caigo sin rostro

cada añil ocaso nuevo;

de espaldas, de negro cuervo.

 

Blanco más blanco. Te busco Ío.

¿Qué pasión hacia ti me empuja?

Si con la guadaña me embrujas;

si eres alimento de mis insomnios

y resucitas mis ignotos muertos.

 

Blanco más blanco.

Estruendo de madera hueca:

¡salgo a la superficie del ruido!

Roja daga, herida vaga:

¡salgo del animal ojo-frontal!

 

Blanco más blanco. Mis manos

por recobrarte son vapor nublo:

Inalcanzable diosa Ío.

¡Duermes algodones ácueos

en mis atardeceres vacíos!

 

Blanco más blanco,

lo negro sobre lo blanco.

Huyo decepcionado: Ío;

por no decirte te amo. No puedo:

negro lo tengo, contra lo blanco.

 

 

CONQUISTARTE

 

Intento saquear tu corazón...

y en el peligro de tu respuesta,

escondo mi estampa en la vaina

cuidada de tu ligera sonrisa.

 

Intento quebrar tu muralla,

pero siempre está la raya;

la cuerda floja del miocardio

entre mi sangre y tu pulso.

 

Intento ser inocente tórtola;

para salpicar el tono de tu voz,

pero..., tu heroica resistencia

pone en peligro mi rodeo.

 

Intento lleno de rubor;

asimilando mi fracaso,

organizar mi retirada.

Mas en tu borde bailo.

 

De mi insignificancia

convencido, clavas tus ojos

en los míos, y me apuntas

sonriendo: "Sí... quiero".

 

Estos tres poemas pertenecen a "Atardeceres"

poemario  publicado en diciembre de 2003 en Segorbe

(I.S.B.N.: 84-607-9591-8)

 

 


 

Otras obras del autor